Lomo de cerdo a la piña, receta fácil para estudiantes, con éxito garantizado


Has invitado a unas amigas a cenar... Quieres quedar bien con tu madre... Tienes ganas de sorprender a tus hermanos... El jueves, timba en mi casa... Tu pareja no creerá que lo has preparado tú ... Con esta receta, cae... Oye, que vamos mañana los cuatro a verte y nos quedamos a comer... De hoy no pasa... No tengo casi tiempo para preparar algo digno... Pero bueno, ¿tú sabes cocinar? ¿y qué vas a prepararnos?... Nos vamos a estudiar a tu casa...

Cualquiera de esas motivaciones, o cualesquiera otras que se os puedan ocurrir, son buenas. Y a todas ellas les daréis satisfacción con esta receta, que pasamos a oficiar, de la mejor manera posible. Empecemos con un nombre: Lomo de cerdo a la Piña. (Aunque para determinadas reuniones, también lo podéis denominar, Lomo Ibérico Braseado al perfume de Ananás, que ya sabéis que estos nombres en algunos ambientes quedan estupendamente)

Para hacer esta receta necesitaremos una pieza de lomo de cerdo, SIN ADOBAR, y sin cortar en filetes. Esa pieza cilíndrica es muy conocida, y también se le llama Cinta de Lomo según en qué zonas.

Sería aún mejor que fuera Lomo de Cerdo Ibérico, pero con Lomo de cerdo blanco corriente es suficiente. Para cuatro personas, necesitaremos una pieza de unos 600 gramos. Como las sobras tienen buen uso y siguen estando buenísimas, podemos pedirle al carnicero que nos dé una pieza de algo menos del kilo, y así nos aseguramos poder repetir otro día. (Está tan bueno que es probable que no sobre…)

Los ingredientes, ya veis qué sencillos son. Además de la carne, necesitamos una lata de piña en su jugo. Esto es muy importante, porque en los supermercados hay dos clases de latas de piña, unas en su jugo (las que queremos) y otras en almíbar, que no nos sirven para esta receta. 

También, y por supuesto sería preferible, podemos usar una piña natural, añadiendo entonces dos vasos de zumo de piña envasado, pero como empezaba la receta partiendo de visita sorpresa o comida rápida, es más improbable que nos pillen de improviso, teniendo en casa una piña natural y, sin embargo, sí es fácil que desde que conozcamos esta receta, nos aseguremos de tener en la despensa una lata de piña y un trozo de lomo en el congelador por si surge.

Además necesitaremos un poco de Aceite de Oliva, un poco de Sal y una buena cantidad de Pan para disfrutar con la salsa. Esta receta es de moje, unte, etc. Como veis es simple hasta en los ingredientes.

Cómo hacer lomo de cerdo a la piña


Tomamos una cazuela, de barro o de metal, y en ella (la única que mancharemos, además) echamos un buen chorro de aceite de oliva en el que, una vez caliente, introducimos el lomo con el afán de dorarlo por todas partes. No se trata de cocinarlo ni de quemarlo, sino de darle un bonito color dorado al exterior y de paso, sellar la carne para que no se escapen sus jugos en exceso. Un par de minutos con fuego medio-fuerte y unas vueltas para hacer todas las caras, son suficientes.

 

Entre tanto, habremos preparado la piña natural cortando los extremos, quitando la piel y sacando el centro que está duro, o más fácil, si es una piña enlatada, habremos metido el dedo por la anilla del abrefácil y ¡raaaas! ya tendremos la piña preparada. A continuación, la cortamos en rodajas, (o sacamos las que están en la lata) y cada rodaja, la cortamos en cuatro o seis trozos, que quedarán como en la foto. Como se ve, hemos reservado dos rodajas sin cortar.

Incorporamos al lomo que ya tenemos bien dorado, todas esas piezas menos las dos rodajas enteras y el jugo de piña (el que viene dentro de la lata, o en el caso de usar piña natural, un vaso y medio aproximadamente de un brick que habremos comprado ad hoc) y las distribuimos convenientemente.
 

El trozo de lomo está centrado en la cacerola, flanqueado por trocitos de piña y cubierto más o menos hasta un tercio o algo más de su altura, por una mezcla compuesta por el jugo-zumo de piña y el poco aceite de oliva en el que doramos la carne al principio. Añadimos un poco de sal, más o menos una pizca con los dedos, y tapamos la cacerola, dejando un huequito para que respire y evapore. Cuando empieza a hervir, bajamos el fuego y miramos el reloj. Lo dejamos diez minutos por un lado, damos la vuelta a la pieza y otros diez por el otro.

Y YA ESTÁ. Poco nos queda por hacer, simplemente filetear la pieza, y emplatar. La ración media es de tres filetes por comensal, mejor si quedan finos (a mí se me fue la mano al cortar éstos, pero es que aún no estoy en mi casa aún con lo de la obra y ya se sabe: cada uno sus cuchillos, su caballo y su escopeta, que diría John Wayne) La carne ya hecha, fuera de la cazuela y lista para ser trinchada.

Para la presentación, cortad las dos rodajas de piña que reservamos en dos arcos cada una y colocar la pieza ya fileteada en el centro de la fuente, poniendo los arcos en un lado y las piñas guisadas por el otro como en la foto de abajo.

La gracia de este plato, es que obtendremos una carne muy tierna, que absorbe el aroma del jugo de piña, y una salsa, que tiene el punto de la sal que añadimos, los jugos que soltó la carne y su propio sabor ácido-dulce, con lo que la mezcla tiene muy buenos contrastes. Lo ideal es hacer un poco de puré de patata, (vale un puré Maggi) y servir a cada uno un pegote de puré, dos filetes de lomo, tres o cuatro trocitos de piña y napar (cubrir) con la salsa.

 


Otras variantes que se me ocurren, pueden ser: añadir media cebollita muy picada y frita al principio, antes de incorporar la piña y el jugo, o unos champis, o unas zanahorias en rodajitas… Pero la receta original es la que os he contado. Y lo mejor que tiene, es que no falla, no se tarda en hacerla, y está de muerte. Y sale mucha salsa, por lo que después se puede repetir aunque solamente sea para seguir mojando pan…

Sed felices,