Embutidos de Vic, regresar al sabor de los embutidos artesanos de siempre

Disfrutar de unos embutidos de calidad, con los sabores tradicionales y hechos a mano con cariño y dedicación artesana es bastante complicado, salvo que tengas la suerte de vivir en un pueblo, en especial en la zona de Vic, en la comarca de Osona, tan famosa por sus longanizas, butifarras, salchichones y fuets.

Normalmente este tipo de productos son los que nos vuelven locos cuando vamos al pueblo de fin de semana, o a hacer turismo rural, y es cuando aprovechamos para comprar tomates que saben a tomate, pan que sabe a pan y por ejemplo una cuña de queso y unas sartas de chorizos o unos pequeños bocaditos de fuet. ¿No lo hacemos todos?

El Rey Alfonso XII, era un auténtico fanático del salchichón de Vic, por lo que cuentan que cuando visitaba la ciudad, siempre tenía que hacer tres cosas: visitar al Obispo, rezar en la catedral de Vic y visitar la fábrica de salchichones, o sea que hasta él hacía como nosotros cuando viajamos a una zona rural, un poco de turismo y aprovechar para comprar cosas ricas del pueblo.

La comarca de Osona y un poco de historia del embutido


Situada en Cataluña, esta comarca que agrupa a 51 municipios, tiene una gran tradición en la fabricación artesana de embutidos y en ella se dan también otros productos como la trufa, las legumbres, los quesos y los requesones.

También es una zona idónea para la crianza de los cerdos con los que elaboran todos los preparados cárnicos. Además, en cuanto a los postres de la zona, son famosos el bizcocho esponjoso denominado Pa de Pessic y los Carquinyolis.

Los embutidos


La tradición de fabricar embutidos, tiene origen muy remoto: tanto griegos, como romanos y egipcios conocían el poder curativo de la sal y la utilizaban para conservar en salazón tanto carnes como pescados, que llevaban en sus viajes y expediciones. 

La costumbre de curar alimentos para su conservación se extendió por casi todos los países del mediterráneo, y en la Edad Media, mientras que la carne de ganado vacuno se enviaba a los mataderos, la de cerdo se criaba y sacrificaba en casa. Esta costumbre ha perdurado en muchas zonas rurales hasta nuestros días, ya que en muchas casas se sigue haciendo la matanza y se preparan embutidos caseros con la carne del cerdo. 

Más adelante, cuando llegó la era de los descubrimientos y la colonización, los productos curados se llevaban a bordo en los viajes a ultramar. Al llegar el pimiento a Europa, se empezó a utilizar convertido en pimentón como otro elemento conservante y surgió una nueva forma de disfrutar de las carnes que permanecen frescas y en buen estado durante más tiempo. 

Esa costumbre de llevar productos cárnicos en los viajes ha seguido hasta nuestros días, ya que todos nos llevamos unos sobres de embutido envasado al vacío cuando salimos fuera de nuestro país e incluso el astronauta español Pedro Duque, se llevó algo de chorizo en su viaje espacial, como una fuente de proteínas que se conserva durante largos períodos. 

¿Qué fue de aquellos embutidos artesanos de siempre? 


Sin embargo, en las ciudades, qué difícil es incluso hoy en día conseguir estos alimentos de calidad, entre tantos productos industriales. Por eso es un placer enterarnos cuando algunos artesanos se unen para dar a conocer sus productos y para conseguir hacerlos llegar en perfecto estado a cualquier punto de España en muy poco tiempo. 

Así ocurre con El Petit Productor, (clic) una página donde podemos encontrar productos de calidad como los embutidos del Valle del Ges, de Sant Pere de Torelló, de esos que se pueden adquirir solamente cuando los llevan a las ferias de los pueblos y que desde ahora, los tendremos a nuestra disposición directamente en nuestra casa. 

Productos deliciosos como la Bayona, los chorizos, los chicharrones, el lomo curado, el fuet y por supuesto morcones, sobrasadas, longanizas y butifarras frescas, están a nuestro alcance a un golpe de clic. 

Lo que más me gusta es la posibilidad que nos dan a los consumidores que buscamos un producto de calidad artesana de conseguir llegar a los productores, y a la vez, la posibilidad que dan a los artesanos de dar salida a sus productos y conseguir llegar a todos los consumidores, sin limitarse a los de su área de influencia. 

Próximamente, esta web ampliará su oferta con otros productos como quesos, cervezas artesanales, aceites, mieles y vinos, siempre que sean de calidad, que se produzcan artesanalmente con la calidad que se requiere. 

Si eres un pequeño productor y tienes algo grande que vender, ponte en contacto con ellos que estudiarán si pueden difundir tu producto en su mail.

La compra 


Para ver cómo funciona la web, he hecho una compra eligiendo algunos productos que me apetecía probar. El proceso es bastante sencillo. No hay más que ir viendo los embutidos que ofrecen y hacer clic en los que nos van apeteciendo. Dentro de cada uno elegimos la cantidad que queremos comprar y lo vamos agregando al carro de la compra. 

Después para realizar el pedido, vamos a la pestaña correspondiente, introducimos nuestros datos y concretamos cómo y cuando queremos la entrega, y rellenamos la forma de pago. El pedido se hace sin problema en muy poco tiempo y una vez completado, ya solo falta esperar entre uno y tres días para recibir la compra cómodamente en nuestra casa.

Por supuesto, la web tiene un apartado para las devoluciones, para tranquilidad de los que compren y en cumplimiento de la normativa legal, por si algún producto llegase en estado defectuoso, aunque los que me han llegado a mi, estaban magníficos.

Yo me siento como si acabase de regresar a la infancia, hubiera ido con mis padres o mis abuelos al pueblo y hubiera podido acceder a estos productos, realizados con mimo, con calma y cariño.


Además, es un placer comerlos sabiendo que no han pasado más que unos pocos días desde que se produjeron, hasta llegar a mis manos. Si os apetece probar estos productos, no dudeis en visitar la web de El petit productor y ya me contaréis qué tal.

Estoy seguro de que muy pronto estaréis tan contentos como yo de haberlos descubierto. Sed felices,