Restaurante Órdago. Un clásico de la cocina vasca en Madrid



Hace unos días volví a visitar el restaurante Órdago, un clásico de la cocina vasca en Madrid. Hacía tiempo que no lo visitaba, porque de hecho fue el lugar que elegí para invitar a mi madre y a mi tío cuando me ofrecieron irme a trabajar a Sudamérica hace veinte años, y volver a cenar con la Rubia Azabache después de tanto tiempo me hacía mucha ilusión.

Es curioso como este restaurante ha sido el lugar donde he ido a comer con mis seres más queridos, por lo que creo que lo justo sería que volviera a ir próximamente acompañado de mi hijo, para que todos hayan compartido mesa conmigo en un lugar de donde siempre se sale satisfecho.


El local y los espacios



El restaurante Órdago es un restaurante clásico, donde comer platos clásicos de la cocina vasca, sin modernas presentaciones ni elaboraciones innovadoras, pero con el buen hacer de quienes llevan tiempo haciendo bien su trabajo.

Un servicio impecable, las mujeres en la sala, vestidas de negro como manda la tradición y una una atención esmerada, sin exceso, pendiente de agradar y atenta a los gestos de los comensales, dispuesta a comentar o explicar cada elaboración, aconsejando bien, es una gran tarjeta de visita.

Un producto de calidad, comprado a diario y bien trabajado es el otro secreto de este local, donde se pueden disfrutar de platos tradicionales como las Alubias de Tolosa, el Txangurro y otros clásicos de la cocina vasca como el bacalao, entre otras posibilidades.


La sala es espaciosa, con una iluminación no muy fuerte, que resulta muy agradable para cenas románticas. Mesas amplias y sillas cómodas, con suficiente separación entre unas y otras para que la experiencia sea agradable, y no tengas que escuchar conversaciones de otros.

El ambiente es muy agradable, los asistentes son pequeños grupos de amigos, parejas, alguna comida de empresa y en ocasiones, reuniones de musolaris que se reúnen para comer bien antes de echar su partida.


La reserva se realiza muy rápidamente y como admiten la reserva a través de El Tenedor, resulta muy cómodo (y muy ventajoso) recurrir a este método para beneficiarse de sus descuentos, disfrutando de la misma comida que si se presenta uno allí sin reserva o si la hubiera hecho por teléfono. (Un 30% de descuento viene muy bien)


El menú


Cuando fui con la Rubia, era a la hora de la cena por lo que optamos por no excedernos para no sentirnos pesados. Pese a todo, compartimos dos entrantes y pedimos un plato de pescadeo cada uno y fue más que suficiente. Cuando vaya mediodía con mi hijo Alberto, aprovecharé para probar las Alubias Rojas de Tolosa o su sopa marinera, que quedan pendientes para la próxima visita.

Comenzamos con unas cervezas acompañadas de dos croquetas de jamón que nos sirvieron como cortesía. Estaban muy buenas, por lo que quedan apuntadas para pedir una ración en próxima visita. Para beber durante la comida, tomamos un vino Albariño, llamado Altos de Torona. Rico, fresco y muy agradable con todo lo que pedimos. El vino tinto que tenían como recomendado era un reserva de Principe de Viana, de Navarra que dejaré para la próxima visita.

Nuestra primera petición fueron unas almejas a la marinera. Grandes, abundantes y con una salsa que no te dejaba parar. Usaréis todo el pan que tengáis a vuestro alcance, así que procurad no llenaros porque es una maravilla. Absolutamente recomendables.

El siguiente plato que compartimos fue el de puerros confitados sobre crema de alubias de Tolosa. Según nos contaron, cada día preparan las Alubias y las que sobran, las trituran y filtran formando una crema sobre la que sirven estos puerros. Los puerros se deshacen, muy tiernos y la crema está realmente buena.

Lástima que no tenga una presentación más bonita, quizás un plato rectangular con dos puerros y un poco de crema sería más que suficiente, pero los puerros están tan ricos y la crema tan fina, que cuando te quieres dar cuenta, habíamos terminado con todo el plato.

Los platos fuertes fueron una merluza con salsa de chipirones, deliciosa, fresquísima y bien rebozada, servida sobre una salsa de tinta en contraste. Un plato sabroso y ligero.

El plato que pidió la Rubia fue el Txangurro, servido sobre una peculiar sal teñida de verde, que no entendí. Estaba delicioso, bien abundante de carne de centolla y bien cocinado.

Para los postres yo quise probar la leche frita y la Rubia pidió un sorbete de limón. Estaban a  la altura del resto del menú. Muy ricos, muy bien hechos pero sin grandes presentaciones.

En resumen. Si quieres darte un buen homenaje comiendo muy bien, platos tradicionales bien elaborados, Órdago es una excelente elección para ello. Buenos productos, buena atención y buenos platos.

A mejorar, sus presentaciones, demasiado clásicas. Vendría bien una vajilla más moderna, adecuada para cada plato, (en especial para el txangurro y los puerros) y un toque de color o un brotecito decorando algún plato para conseguir platos visualmente más impactantes.

Restaurante Órdago


Calle Sancho Dávila 15.
Madrid (zona de Manuel Becerra - Ventas)
Precio medio 40-45 euros por persona
(Descuento 30% si reservas a través de El Tenedor)
Cocina vasca de calidad