Volver a la naturaleza
El viernes por la tarde salimos de viaje-de-fin-de-semana a la sierra de Aracena, (Huelva) para visitar a mis hermanas, ver a mi sobrina, y de paso, desconectar un poco de la ciudad. Y el cambio de aires ha sido espectacular.
La sierra de Aracena y sus alrededores, Cortegana, Fuenteheridos, Fregenal, Cortelazor, Alájar, etc., es una zona verde, un conjunto de pueblos serranos, frescos en la noche y soleados de día, de calles empedradas con esmero, donde puedes desconectar del mundo, (y por supuesto el móvil) y rendirte al canto de los jilgueros, al cri-cri de los grillos, a los rebuznos lejanos y a los sonidos de la naturaleza. Mi hermana tiene su casa en el monte, en la aldea del Calabacino junto a Alájar, y nos invitó a pasar allí el fin de semana. La suya es una casa rural auténtica, la casa de alguien que vive en el campo, a diferencia de las casas-rurales que alquilan como negocio.
El sábado por la mañana, la frase más repetida fue ¡¡¡Que bien hemos dormido!!! Y es verdad, dormimos estupendamente, y descansamos muchísimo. Salir de la ciudad y volver al campo aunque sea para tan breve periodo, es un descanso para mente y cuerpo, y eso que, aprovechando que estábamos allí, hemos ayudado un poco a mi hermana con las tareas que le correspondía hacer, y que de tertulia, y tan felices con ella, nos dieron las tantas antes de dormir.
Ella, como buena jipa (femenino de hippie en la zona) cultiva y mantiene su huerta, mientras crea artesanías de corcho, patchwork y otros materiales. Y su casa es un placer para descansar, volver a la naturaleza, disfrutar con sus plantas, sus frutales, sus cactus, sus flores, su alberca recién terminada, sus invernaderos, etc.
El domingo visitamos a mi otra hermana huelvana, y a su pareja y a su hija, mi sobrina Marina. Solo con ver su foto, (parece un tuareg en la playa) ya os imaginareis lo bien que me siento cuando la veo.
Para terminar el resumen del fin-de-semana, os diré que esa sierra es la tierra del cerdo ibérico, hay buen jamón, buena presa ibérica, (prometo una gran receta en breve) y encima, hay ahora una corriente de nueva gastronomía, que sabe sacarle partido a los alimentos, por lo que hemos comido estupendamente.La sierra de Aracena y sus alrededores, Cortegana, Fuenteheridos, Fregenal, Cortelazor, Alájar, etc., es una zona verde, un conjunto de pueblos serranos, frescos en la noche y soleados de día, de calles empedradas con esmero, donde puedes desconectar del mundo, (y por supuesto el móvil) y rendirte al canto de los jilgueros, al cri-cri de los grillos, a los rebuznos lejanos y a los sonidos de la naturaleza. Mi hermana tiene su casa en el monte, en la aldea del Calabacino junto a Alájar, y nos invitó a pasar allí el fin de semana. La suya es una casa rural auténtica, la casa de alguien que vive en el campo, a diferencia de las casas-rurales que alquilan como negocio.
El sábado por la mañana, la frase más repetida fue ¡¡¡Que bien hemos dormido!!! Y es verdad, dormimos estupendamente, y descansamos muchísimo. Salir de la ciudad y volver al campo aunque sea para tan breve periodo, es un descanso para mente y cuerpo, y eso que, aprovechando que estábamos allí, hemos ayudado un poco a mi hermana con las tareas que le correspondía hacer, y que de tertulia, y tan felices con ella, nos dieron las tantas antes de dormir.
Ella, como buena jipa (femenino de hippie en la zona) cultiva y mantiene su huerta, mientras crea artesanías de corcho, patchwork y otros materiales. Y su casa es un placer para descansar, volver a la naturaleza, disfrutar con sus plantas, sus frutales, sus cactus, sus flores, su alberca recién terminada, sus invernaderos, etc.
El domingo visitamos a mi otra hermana huelvana, y a su pareja y a su hija, mi sobrina Marina. Solo con ver su foto, (parece un tuareg en la playa) ya os imaginareis lo bien que me siento cuando la veo.
Total, que la Rubia y yo, volveremos probablemente a pasar unos días en agosto.