Restaurante Fuego. Comer con todos los sentidos (y con mucho sentido)



Salir a comer o cenar en Madrid, se ha vuelto demasiado previsible. Cansados del chupito de gazpacho, del tartar de atún y de escuchar el mismo discurso repetido una y otra vez sobre el respeto al producto, la proximidad y la cocina saludable, da gusto encontrar un lugar donde se puede uno reenamorar con la comida, disfrutando al comer con cabeza, con alegría, con ilusión. Esa es mi primera sensación al hablaros de este restaurante en Madrid, el restaurante Fuego, donde pude comer con todos los sentidos, y también con mucho sentido. A la vista de cómo disfruté, estoy seguro de que será uno de mis restaurantes a recomendar a todo el que me pregunte por un restaurante para comer bien en Madrid.

El Restaurante está situado en la calle Hermanos Bécquer, y forma parte del grupo 4 Elementos de Erika Feldmann y de Ignacio González Haba que comenzó con el restaurante Aire, -del que os hablaré pronto- y ahora continúa con Fuego, abierto hace unos meses. Se trata de un restaurante decorado de forma muy agradable, con una cocina vista tras una pared de cristal aislante en la que se ve un horno de leña, una parrilla de brasas y unos ahumadores. Esos tres elementos, sirven para construir el discurso de este restaurante y su oferta gastronómica, que ofrece un recorrido por la cocina de Gonzalo Hierro, basado en platos con toques ahumados de mayor o menor intensidad.

El resultado es un menú en el que todo encaja. Creatividad, sabor, preparaciones sencillas, construcciones bien elaboradas. Todo encaja y todo se disfruta porque no hay artificio sino cabeza, y además usada con mucho criterio para deleitar al comensal. Os cuento los platos que os recomiendo probar y las impresiones que me causaron.

Aperitivos y entrantes



Resultan destacables los chips de verduras deshidratadas, tan llenas de colorido, que se ofrecen como snack con la primera bebida. Originales las sardinas ahumadas, servidas con una cucharada de salmorejo y que vienen casi crudas, con un sabor impresionante. Resultan buenas para introducirse en el viaje alrededor del humo con el que se construye la cocina de Fuego.


La caballa del Estrecho semiahumada, se sirve con una crema de espárragos y es un plato que cuenta la historia de un plato que se consumía en toda la costa del Mediterráneo desde la prehistoria. El cocinero lo interpreta con una caballa ligeramente ahumada servida en un contraste de sabores y texturas que funciona estupendamente.



El steak tartare no busca confundirse con otros de estilo clásico, y por eso el picante es algo secundario, suave. Aquí se busca crear sensaciones con el ahumado de la carne de picaña tierna y con sabor, que alcanza una textura perfecta con su corte a cuchillo tras el paso por los ahumadores. Los matices de brasa y humo son duraderos e intensos. Es fácil repetir porque resulta muy adictivo.



Otro de los entrantes que probamos en el Restaurante Fuego es el espléndido Carabinero ahumado al heno, servido con ajoblanco y un granizado de amontillado que todos guardamos en nuestro recuerdo como un maravilloso contraste de sabor, con gran intensidad del humo y cuya historia es un homenaje a los pescadores que calentaban los carabineros con el motor y se los tomaban con la sopa fría que llevaban cuando regresaban de faenar.

Platos fuertes




La tortilla en el caparazón del txangurro. La tortilla de patatas, cebolla caramelizada, ensalada de cangrejo y humo es uno de los platos imprescindibles, tanto por la original presentación sobre la cama de musgo como por la excelente factura, una tortilla cremosa, divertida de comer y que provocará conversaciones en la mesa. Al servirla, se recomienda mezclar bien todos los ingredientes para disfrutarla como es debido.



Sigue el pescado, un trozo de pargo asado a la brasa dentro de un papel de cedro que aromatiza a la perfección. Se sirve con sobre una crema con ajos y puerros y que llena de nuevo nuestras papilas de ese sabor ahumado de la carne del pescado envuelta en la madera, servida sobre ramas de la conífera que completan el efecto.



Llega finalmente, el plato más sorprendente. Un plato de carnero merino asado al humo de heno, servido con una patata hasselback y ensalada de pimientos asados. Es un plato valiente, ya que el carnero puede arruinar con su sabor a macho y al propio de su tamaño y edad, pero que llega tierno, limpio, con un estupendo ahumado al heno, y que tras mostrarlo a los comensales, se retira de nuevo a la cocina para regresar con un lacado que no hace más que darle aún más brillo. Un plato a repetir en toda visita, sin duda.

Los postres




Para rematar una comida tan gloriosa en la que el humo había marcado la pauta con todos los platos integrantes del menú, faltaban los postres. Fantástica la tarta de chocolate, almendras y humo, que si bien no es la mejor tarta de chocolate que he probado, sí es una de las más ricas, y guarda el secreto de su intenso sabor ahumado en el chocolate, que da el broche de oro al menú más coherente que he tomado en los últimos tiempos.

¿Y la guinda?


La guinda es el detalle que te espera al terminar, que termina haciéndonos sonreír con los MarshMallows o nubes quemadas, sorprendente punto final también muy ahumado, para acompañar el café.

Restaurante Fuego




Calle Hermános Bécquer, 5
28006 Madrid
Tel reservas 910 51 58 11
Precio medio 45€
Web 4 elementos

Seguro que cuando visitéis Fuego quedaréis impresionados con el recorrido gastronómico que ofrecen con el hilo conductor de la técnica del ahumado, que nos acompaña desde el aperitivo hasta el postre.  Os recomiendo el Restaurante Fuego, donde podréis comer con todos los sentidos y con mucho sentido. Sed felices,


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